Verla así, sentada y sin cobijo. Sus rodillas abrasan su pecho expuesto, intentan protegerla del sonido viejo de un amor injusto
Ella solo contempla
se retrae y gime suavemente,
Suspiros antiguos la asaltan y su melancolía huele a almendra añeja
Su rostro es una nota de anís que descansa en su concha,
solo espera ser tocada por dedos largos de una mano que toque castañuelas en rincones que la llamen sin pujar.
En un pequeño mareo de lucidez la envuelve un vestido mojado de vuelos que ajustan aún más el ritmo del pasado; la piel de almendra cae.
Las congas van agudas y rápidas, su pie de pronto ha comenzado el zapateo
El talón se despega del suelo intermitentemente, amarrándose a la tierra y despojándose de ella.
Su cabeza de perlas ondula y de pronto sus dedos de rosas rojas chasquean con el ritmo de la guitarra y el cajón.
El palmeteo toma vida, estallidos de furia se diluyen en los ojos del que mira como se levanta.
Ahora baila, simplemente baila en la cadencia del flamenco
Lo ha olvidado todo y en una vuelta abrupta, su abanico español ha dejado el pasado atrás.
3 comentarios:
para la hermosa.
la avelisa.
Que precioso lo que salió de una noche de sábado junto al río.
Que lindo polli lo que dices de ella, que muchas veces no sabe lo que provoca, y si uno se lo dice no se lo cree.
Las quiero a las 2! muchisimo...
Quiero llorar.
Si es cierto que tus pasos estan teñidos aunque sea un poquito con la magia que describes, quiero morir ahora, en este estado inflado que me averguenza.
Es el más lindo regalo, además de estar marvillosamente relatado, supiste darle un giro a las almendras y los gemidos que sin duda me dejaron helada, quiero leerlo mil veces, mil veces, tragarmelo, aprendermelo de memoeria, mil veces.
te quiero tanto pastelera.
(que bien te estan haciendo estas vacaciones!)
Publicar un comentario