de donde

del lagarto q varía de un amanecer a la otra puesta de sol, se despierta somnoliento por las tardes repudiando la vida y su condición de piel dinámica, que lo lleva y lo trae, lo amedrenta; lo hace fuerte para debilitarlo.
es así, algo que llega súbitamente, como la madera que hibernaba hasta que el clavo la destroza y agujerea, como de golpe, sin tiempo ni siquiera de chillar, de soltar algunas lágrimas de dolor. solo despierta con un nuevo espacio que tatuará su dolor, sin derecho a réplica o aullido; sus ojos permanecen abiertos y ya no hay más anocheceres.
es que hay algo que insiste en volver más acá y se ciegan realidades calcadas paralizándonos por la posible o futura marcha atrás. pero sabemos que llegará, que no podemos simplemente borrarnos; así, de cuajo, por la simple intención o las ganas. Y es que de que nos sirve todo esto si carecemos de cualquier valor para un momento absoluto que de en el mismísimo blanco del arco. Más bien todo parece dirigirse siempre a cualquier lugar o estación, rebotando en aspiraciones instantáneas que nos vuelven victoriosos animales de caza por un solo segundo o la mitad de este; y aparecemos, nuevamente ahí, como una cachetada pegada por algún loco que momentos atrás nos dijo te amo; estamos nuevamente despertando como lagartos, que dependen del sol para poder sobre-vivir.