
Yo miraba desde dentro, siempre desde adentro. La ayudaban a bajar, la cogían de las manos y sujetaban sus delicados dedos alámbricos de paraguas roto. Recuerdo que la animaban en tono infantil, ¡Que fuerte eres Eros! Nunca supe si aquellos impulsos servían para ahuyentar el miedo a la propia vejez que ya daba sus primeras malvenidas o con la ilusión genuina de reconfortarla a ella; la demente, la desenchufada, la incapaz, la pobrecita, en fin; la vieja.
Es que es cierto, antes de llegar venía sentada a su lado. Escupía un olor pesado pero sabio, a adornos antiguos y en orden, un olor a tiempo olvidado que hoy se reedita solo en sus devaneos alucinatorios. Enaguas con hoyitos ciegos para ella, ojos azules, cabeza calva, rush. Todo eso dejaba Eros en su estela paralítica. Pero ella reía, soltaba pequeñas carcajadas que imitaban las mías, las de los otros. No sabía el motivo, pero reía, ¡y como reía! Repetición de pájaro, eco del que no sabe que existe.
Y uno en silencio, tachándola y hablándola a sus espaldas frente a sus pupilas mojadas.
87 años, 31.025 noches, 1 guerra, 0 hijos.
Que bella ragatzza, le dice a mi hermano.
Entre silencios de horizonte perdido, algun balbuceo incomprensible, un lenguaje propio sin significación, la clara muestra del sinsentido, palabras ajenas a sí misma y a nosotros. Ruido, sílabas discontinuas, huellas últimas de un italiano en tumba y un español nunca logrado.
Pero al bajar del auto; de pronto, un arranque a la vida, un símbolo, apoderamiento humano. A recuperar sus objetos, sus regalos, su bolso. Todo en mano, yo aflojo. Pero ella no está tranquila. Veo aparecer su mano a mi lado, sus dedos exasperados en el asiento, tanteando material equivocado. Tiene miedo de haber dejado algo allí. Se cristaliza el Hombre… la pertenencia, lo íntimo, lo propio. Ella no ha dejado el mundo aún; a pesar de la conciencia semimuerta, un último impulso a encontrar más, algo más. Siempre algo más.
El animal no busca, no existe en él el desgarramiento a la muerte, se desprende fácilmente y sin notarlo.
3 comentarios:
Todos finalmente humanos y curiosos, todos huérfanos y Jugadores ciegos en el borde del abismo ( R.bolaño)
hoy leí esto. y recordé esto otro.
qué buena cita de bolaño.
creo saber de quién hablas.
qué hay de real e irreal?
qué hay de ti allí?
qué hay de ti en la vejez a la que espantamos como una mosca que insiste en posarse en nuestros cuerpos, aún cuando la ahuyentamos una y otra vez?
que hay de mi todos los días en el camino a un día sin memoria?
seguramente tengo pocos recuerdos, y a veces me aterra pensar que un día puede que no tenga ninguno.
beso guapa.
¿serán tus ancentros los que se cuelan en tu nombre y pareces erguirte para susurrar con un talento inigualable la potencia de eros? sin duda hoy hay en ti tanto de aquella mujer, como lo habrá mañana cuando nos despetemos maldiciendo el sonido y crak que harán nuestros huesos.
felcitaciones milessssssss,
tuve que tomarme un tiempo en este...realmente me gustó.
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