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miércoles, 17 de octubre de 2007

org.asno




Convertida en flor de sueño y sal, a la luz de una cala ardiente y dulce, que me mira y llama con su despótico tallo jugoso.

Me desdibujo por el aire de este aire delineando vientos que giran en un sentido anterior a este. Soy objeto de un humor histérico y juego con el agua de orillas desveladas a que me toquen bruscamente, para verlas luego rodar en un profundo sueño de gas, como en un salto hacia abajo, mucho más adentro en los castillos de arena que creamos ayer. El agua baña, me baña y la sed desaparece junto con las ventanas del castillo. Un pez me lleva dentro de sus escamas de humo. Desciendo por la flor genital atrapada en su imponente majestuosidad masculina. Busco la casa donde habita el burro, dentro del cerro, amarrado a una larga cuerda de trigo, satisfecho y alimentado de calas, las mismas calas.

Le digo en un aleteo sabroso y aromático que me siga, que se haga viento norte y corra conmigo; le propongo una carrera a las rocas de erizos y caracoles de cebra, donde las algas resbalosas podrían peinar nuestros enredados lienzos de miel premiándonos a ambos sin distinguir competencia.

Corramos volando a un lugar no gestado aún pero vivo en los amaneceres de tardes navideñas, pintémoslo de algodones y espuma, mientras el viento que generamos con nuestro vuelo tiñe todo de llovizna y planta lavada. Entremos a la cueva, salgamos de ella por otro lado, el que abre a su costado y lleguemos consolados al otro lado del mar, ese que aparece cuando el mundo forma un ángulo recto con lo tangible. Caigamos en él, seamos agua de cascada, agua con rocas de hilera que juega a vivir que el tiempo no existe, que no caemos, que vamos hacia arriba mientras bajamos.

Le digo en un batir de alas ligero que sí vamos ya no perderemos y que ya nada de eso importará, que recuerde como fueron esos momentos de universos resplandecientes y levadizos. Que así seremos, como dos o una o tres lenguas sazonadas, de limón, azúcar o aceitunas. Que ya no importa, que ya nada importa. Exhalo en un grito que alivia.

El burro me mira desconcertado, por un instante creí que me comprendía y que con un mordisco se desataría de su cuerda entrigada, pero veo que mira a un lado, suspira y en un aliento cansado baja su cabeza, devora calas. Me da la espalda y se pierde en el cerro, justo donde termina el barro y comienza el polvo.

La luz se apaga, yo estoy deleitada.

Ya tuve este viaje.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

sí... fascinante; accediendo al mundo fantástico (y fanático)donde solo ahí (y ahí) podemos aspirar. No importa caer en la realidad, importa poder tenerlo. hay algunos que no lo logran, que ni en un GRAN org.asno vuelan, NI SIQUIERA AHÍ!!!.

berni dijo...

"El burro me mira desconcertado (...) justo donde termina el barro y comienza el polvo"

me quedo con ese párrafo.

porque entre otras cosas de tipo literario, me recuerda a ese rincón de maitencillo, cuando uno va caminando hacia las cuevas y antes (porque ya todo está más poblado ahora, y poblado significa más desvastado) en una de las entradas de los cerros había una pequeña cascada, rodeada de calas y si tenías suerte, acompañadas de un burro (o caballo) en contemplación....

qué tal hermana?????espero que bien. yo viviendo con intensidad, bajo el yugo de las mentes brillantes de mi escuela jeje.

vb dijo...

claro, mira que vienes a testificar algo que no se si era mi fantasía o no. JAMÁS en la vida olvidaré ese rincon que quedaba camino a la cueva del pirata (con la que también fantaseo).... es algo casi inexistente e imposible, y ahora que me lo re afirmas estoy PASMADA, ERA REAL, como pudo haber algo tan bello!!! de hecho en spetiembre le conté a alvaro de ese lugar y en un instante no supe si le mentía o no.... que hay de la cueva del pirata? uno la cruzaba y llegaba a otra playa desierta? eso también se lo dije a alvaro, pero creo que es mentira, y se lo dije. Mi imaginación.

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