Insistencia muda o pulsionar incesante ¿No es lo mismo?
Quiero que me digas cuánto nos quisimos, por momentos soy demasiado ociosa y te pregunto cuánto me amaste. Sé que hoy no puedo decidirme, sé que hoy fallo ante tu ruego. Creo que podré amarte cuando tenga tiempo. Sin embargo no me esperes, a veces las horas son demasiado lentas como para abrigar la tregua. Mañana iré a su casa y dejaré casualmente un cigarrillo encendido. No creas, no me creas si te digo que fue una contingencia. Querré dejar todo recuerdo abolido por una llama. Pero tampoco confíes en que lo haré, ya sabes que de día soy menos tendenciosa, logro guardar un secreto sólo por algunas horas. Luego repito e insisto. No me pidas lo que puedo darte, no me mires al lugar donde no puedo verte, el complemento no nos alcanza.
Besabas a otra cuando te dije “Sí. Esta vez lo haré”. Crees amarla, pero aparezco en tu fantasma. No trates de zurcir la herida, la cicatriz es irreductible. El amor no se despedaza por unos cuantos garabatos. ¿Te parezco difusa, entrecortada? Lo sé. Te molesta mi falta, mi no cuajar aunque alcance la temperatura. Pero insisto, no tengo la solución.
No la tiene él, no la tienes tú, no la tendré yo. Quisiera dedicarte una canción, sin embargo no doy con ella, las letras han sido interdictas, suprimidas por una prohibición. Es que no me canso, de aquí te miro, puto mundo. Pero pertenecemos al inagotable imaginario, y desde ahí estás enamorado. ¿Cómo quebrarte, como pedirte que te salgas, que te apartes, que la dejes?
Me iré cuanto antes. Sé que no te anudas al deseo, se qué prefieres su tibieza y yo soy tan repetitiva (y eso no cesará).
Repito porque no alcanzo, porque la palabra no viene a mí cuando la solicito, porque mi deseo no se corresponde con mi queja. Y la teoría me sabe a caca, aunque la anuncie, aunque me la prometa.
No sé si
intensidad será la palabra. ¿Cuándo llega la palabra? Seguramente existe, pero no alcanzo a oírla. Tal vez ya ni recuerdes los poemas, Neruda parece muerto, pero palpita, al menos a mí me lo traen las olas, cuando estoy sola y pienso en ellas, en su mareo incesante, en su vaivén letal. Quisiera poder moverme, alzarme y gritarte. Desde lo alto tenerte. Pero te retrocedes, te agitas contra ella, la muy parecida, la muy igual. Pero te repito, no me creas. Tal vez algún día la odies y yo ya no te ame. Soy así, tediosa, me imbrinco en un imposible, en un real sin medida ni sentido. Para mañana un adiós. Cuando me traes yo ya no espero, solo quiero reproducir tu voz, no soporto la traducción de canciones, me resultan tan viscosas, tan pegoteadas en su sonido ácido. Hay un grupo de música, así se llama: Sonido ácido. ¿Te has puesto a pensar en lo que puede ser un sonido ácido? ¿Es lo mismo que un ácido sonido? ¿Puede dibujarse un sonido? Yo aún no lo pienso. Lo pensaré mientras tanto, si se dan las cosas, claro. Si das con la respuesta antes que yo, no dudes en llamarme. Mi número es xxxxxxx, antepón el 09. Es un celular.