casiyo

que es eso que me imposibilita pero no se detiene, que surge y ruge de una boca abierta y áspera, que con su lengua barre mi orilla como el mar incesante que lame desprevenido. aullar o callar; la simple posibilidad que nada en la pecera, el pez que gira al azotar sus ojos contra el vidrio y lo estampa, lo corrompe y lo desnutre en cualquiera de las elecciones.
un vaivén infinito, un gritar de amor y de odio, de pesar y de liviandad. (la estúpida inmediatez de los contrarios).

la vida, voy rápido en ella. (pavor a ir sobre esta) . es que el tiempo es tan frágil, tan autónomo y cambiante en sus tornasoles de luz y sombra.
cada persona, un mundo abierto y dable a mí y a las calles. el perro que come nueces y el negro sentado en el balcón. todo, todo maravilla a estos ojos de agua, a estas manos de cueros comidos y ensangrentados. cada diminuto rincón llama mis esquinas, las huele, las focaliza y atrapa como en los juegos, o en esas grandiosas empresas que erguimos para encontrar alegría.

avidez, la palabra pasajera pero incesante, la rumba de páginas y cuadros, de avenidas y museos. los árboles, las plantas, el marcador de libros. la frase hermosa descontextualizada en la estupidez, la pinza y su cualidad simbólica. todo.
a veces sería mejor dejar que todo escape, que todo huya de mi como del peligro, que la materia vuele asustada a su regocijo, que viva como lo hacen las plantas, quietas en su quietud, respirando desde su centro, auto inmunes, perfectas.
pero es la incapacidad real de soportar el límite, la mortalidad. que si aún no entro en aquello entonces debo vivirlo todo antes de que los muros se cierren, se cicatricen de su herida tenaz e indeleble.

y es que aún puedo gritar que los amo, a todos los amos y los odio y los admiro y los reciclo y los repienso. con todos me iría en un suspiro que me exilie del lugar de horrores, de fantasmas, de gente insulsa y arrogante, de máscaras partidas que muestran su henidura con desconocimiento, sin desconcierto, como si no existiera, como si no intuyéramos los que estamos fuera de ellos que son simples, tan planos, tan asquerosos y delirantemente aburridos.
y yo soy tan delirantemente aburrida y soy tan sorprendentemente infinita.
me escabullo de las máscaras, de mi anzuelo que me pincha por la espalda, me enhebra las vértebras y me hila día a día, en las noches dulces, en la piel firme y mordida.

que me pasa que extorsiono al mundo con el aullido de bienvenida.
de donde sale todo esto, porque no alcanzo ni a secarme las manos cuando ya está todo empapado del aliño que las liquida. porque la maldita sensación de que todo acaba antes de que comience. el pitido que me molesta y las llaves que se me pierden en un bolso donde todo cabe, como en mary poppins, pero yo no lo encuentro. yo no encuentro nada y todo es como una telaraña de hilos y migas sin arañas ni panes. apresurada, incapaz hasta de servirme de una servilleta, me limpio en las piernas, ni siquiera en los calcetines. me apuro y no permito que nada se hunda como barco viejo. hablo y digo amor, hablo y digo engaño. no quiero parecer límpida ante tus ojos cuando no lo soy. y es que nunca lo soy.