lógica arqueada.

comenzaba todo a deambular, a moverse dentro de un espacio de cristal, la esperma que se enciende al prender la luz y empieza su viaje uterino, de gestación sorprendente y lenta, que brilla y se mueve seductora y apaciguada, desmintiendo tiempo y lugar. baja y sube, ondea en humo, ignora la tempestad del mar, solo da testimonio a un último chasquido que ya no existe, que dejó su último sonido como eco grabado de aleteos desaparecidos.

cautelosa rodea el final del temblor, solo quedan consecuencias, hoy le tiende una danza pasiva a todo lo que dejó de ser, flamea como animal en caza precavido de no espantar la presa, vigilante de no arruinar el movimiento exacto, adelantando solo una garra feroz, dislocando el hombro y el ceño cautivo para dar el salto inmortal. se sabe cierta en un zapateo que vive nada más que en la sensación, como aquella cama diminuta que mira bajo techos lejanos a las sabanas arrugadas, revelando la lucha de algún ser solitario contra otro aún más ermitaño, la memoria constante del intento de atrapar un cuerpo ausente y dormido, lejano de sus propias garras que rasguñan engañando intención; mordiscos sin rastro de diente que triture pieles engallinadas de furia. Pura soledad, solo un acto inaugural que indica el testimonio de una acción e intentos agobiados de engañarse en una fusión de piernas. Pura soledad. segura de la inutilidad de obligar al animal a comprender significados de cuerpos obtusos.

comenzaba todo a deambular, a moverse dentro de un espacio de cristal y ella silba al rededor de la fogata o las cenizas de una noche lejana, casi dibujada. se sabe cierta y despojada de conclusiones, contornea los espacios que hoy son solo reliquia; consumada en su oficio, la arqueóloga que solo nace para instar un pasado inventado de marcas. de pisadas.